martes, 15 de abril de 2025

¿Eres cristiano?

 Si me preguntas si soy cristiano te diré: "Soy cristiano por la gracia de Dios", porque eso es lo que me enseñaron a decir de pequeño como un papagayo cuando me obligaban a estudiar el Catecismo, sin tener ni pajolera idea de lo que aquellas frases significaban. Con los años la "gracia de Dios" empezó a no hacerme gracia y, hasta aquí. Por contra, mi curiosidad y mis estudios de Historia del Arte me han hecho saber bastante de Historia Sagrada. Supongo que soy un ateo respetuoso, furiosamente incrédulo, con ningún interés, nula práctica y suficiente conocimiento teórico para saber qué estoy muy por encima del cristiano medio, nivel usuario. Durante mucho tiempo he comprobado in situ el brutal desconocimiento que mis alumnos cristianos tienen de la historia sagrada y, no digamos ya, de los fundamentos teológicos de su propia religión. Por no saber, la mayoría no sabían ni dónde había nacido o muerto Jesús. Esto me ha ayudado a comprender el porqué de lo poco cristianos que son muchos de los llamados cristianos. Pero si ni tan siquiera saben distinguir entre los conceptos de cristiano y católico. Muchísima gente es cristiana por costumbre, por inercia, porque lo "apuntaron" de pequeño, porque hacer la comunión, casarse por la Iglesia o confundir emociones con fé en Semana Santa es patrimonio de la sociedad que les acoge. Esta sociedad, sus usos y costumbres, es la que imbuye nuestra vida de elementos tangenciales a la religión, empezando por el santoral, las festividades y el lenguaje. Personajes y acontecimientos del cristianismo son protagonistas de multitud de refranes, festividades y topónimos. No en vano la lengua es el archivo de la historia. No en vano el lenguaje está trufado de referencias religiosas. Así alguien está "hecho un Cristo"; es un ángel o un demonio; está condenado o tiene el cielo ganado. Llevamos nombres de pila (bautismal, por supuesto) de apóstoles, evangelistas, vírgenes y el martirologio en pleno. La toponimia es otra traducción del santoral. En el modo de transitar la vida de los cristianos perduran elementos religiosos: calendario, festividades y vacaciones, edificaciones, saludos y despedidas, patronos, romerías y gastronomía. Así esperamos el puente de la Inmaculada, las vacaciones de Navidad o Semana Santa; visitamos como turistas iglesias y catedrales; respondemos a un estornudo con un ¡Jesús!; despedimos a alguien con un "ve con Dios"; deseamos que cada uno esté en su casa y Dios en la de todos". Comemos huesitos de santo, yemas de Santa Clara o San Leandro, Bollitos de Santa Inés, Rosquillas de Santa Rosa o monas de Pascua. Sabemos que hay gente "más falsa que un Judas", "que llora como una Magdalena" o que "está más alegre o contenta que unas pascuas". Vamos a menudo de "Herodes a Pilatos"; nos "lavamos las manos como Pilatos", o "estamos hechos un Ecce Homo". "Montamos el cirio", "apuramos el cáliz" o "hacemos barrabasadas". Pedimos la "Dolorosa" y esperamos que no nos "claven". En general, esperamos no sufrir más que "Cristo en la cruz", ni ir de "fariseos". Soltamos un "aleluya", o interjecciones como ¡Santas Pascuas! o ¡Por los clavos de Cristo!. Pasamos un Calvario o nuestro Gólgota, o un vía crucis, o cualquier cosa nos trae por la calle de la amargura. Y, para más "Inri" hasta un lance taurino se llama Verónica. Quizá por todo ésto me causa desazón la ignorancia de las raíces y tradiciones de nuestra cultura y civilización por muchos cristianos. ¡Yo es que me cago en San Apapucio Mártir!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.