Francisco, el ducentésimo sexagésimo sexto Papa de Roma, ha dejado de existir. Ello, sin duda, ha debido de alegrar a una amplia caterva de energúmenos que se autodenominan católicos, hacen continua profesión de fé y nombran continuamente a Jesús de Nazaret en vano. Me refiero, por ejemplo, a esos sacerdotes de Toledo que desde una tertulia de internet instaban cínicamente a rezar para que el Papa Francisco "pudiese ir al cielo cuanto antes". O al imbécil con mala baba de la motosierra, que dijo del Papa que era un "zurdo hijo de puta que andaba pregonando el comunismo por el mundo y era el representante del maligno en la casa de Dios". O ese psicópata amante del odio y el insulto, que es Jiménez Losantos, que tras decir aliviado: "Por fin nos ha dejado”, y asegurar que el pontífice “odiaba a España profundamente", ha concluido diciendo que "perteneció a esa generación criminal de la extrema izquierda montonera peronista”. A toda esta gentuza les une su odio visceral a todo lo que no comulgue con sus ideas ultraderechistas. Su Jesús no es el de Nazaret sino el Legionario. Estos seres abyectos defienden el culto a la tradición y el rechazo de lo moderno, la negación de la diversidad, el miedo a la diferencia, la apelación al odio de los que se sienten frustrados económicamente, un populismo selectivo, la acción fascista y el grito de “¡viva la muerte!”. Sus diez mandamientos son el racismo antiinmigratorio, el supremacismo blanco, la homofobia y el machismo, la negación del cambio climático, el gusto por el caudillismo, el autoritarismo, el rechazo de la justicia social, la crítica a los medios críticos y a la libertad de información, la afirmación religiosa católica de cuño fundamentalista y la política del miedo. Son falsos cristianos que desprecian el mensaje de amor cristiano para abrazar el cristofascismo. Dicen apoyarse en las raíces cristianas pero sólo les interesa la bandera de una extrema derecha política cristiana y eclesial. Son el fundamentalismo cristiano. El mensaje y el estilo de Jesús es lo más opuesto a sus ideas: habla de amor y fraternidad, justicia, ayuda a los necesitados, humildad, servicio, comunidad, perdón, respeto a los diferentes, confianza sin miedo ni violencia, defensa de mujeres y descartados sociales, defensa de la libertad y crítica de los poderosos que oprimen al pueblo y luego se hacen llamar bienhechores. Pero para esta gente el Mesías debe ser un "salvador" político de mensaje ultra. No soy creyente, pero sé que el evangelio de Jesús es lo más opuesto al Duce, al Führer, al Caudillo “por la gracia de Dios” y a toda esa patulea impresentable de dirigentes que se autoproclaman únicos Salvadores y Mesías insustituibles y necesarios. El mensaje del Evangelio está en las antípodas de esa extrema derecha fascista que esta gente representa.
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