Yo soy un firme defensor de la igualdad. Por tanto, si Facebook e Instagram ya permiten llamar “enfermos mentales” o “anormales” a las personas LGTBI y, entiendo, que a cualquier otra, pues ya no se considerará discurso de odio sino libertad de expresión, yo, haciendo uso de mi libertad de expresión, llamo anormal y enfermo mental a Mark Zuckerberg, Elon Musk y gentuza de la misma ralea. Total, si al final todo es cuestión de perspectiva. Así, a partir de ahora consideraré a muchos periodistas, jueces y políticos como artistas. ¿Que por qué? Pues porque lo mismo que un artista trabaja con mármol, óleo o bronce, éstos lo hacen con otros materiales nobles como el fango o el estiércol. También consideraré que gente como Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet o Elon Musk, que fueron tomados por nazis por detallitos tontos como hacer el saludo nazi, en realidad son asperger incomprendidos por una sociedad poco concienciada con los problemas de salud mental. Pero es que hay mucha gente que se engaña a sí misma. Ahí tenemos a una legión de jóvenes con trabajo y sueldo decente que han sido incapaces de irse de casa de sus padres y ahora dicen que se quieren ir de X. También están los que dicen tener ideas propias y no dejarse manipular por las redes pero que, sin embargo, tienen exactamente las mismas ideas que los tecnofachas más ricos del mundo. Es significativo -alguno dirá casual- que la cacareada libertad de las redes sociales haya llevado a muchos a la misma ideología que defienden ya abiertamente los dueños de esas redes. Y todavía hay almas de cántaro opinando que está por ver que la Inteligencia Artificial vaya a tener un mal uso. En fin, yo ya me espero cualquier cosa. No me extrañaría que dentro de nada, y después de haber hecho el saludo nazi, el siguiente gesto torpe e involuntario de Musk sea invadir Polonia. Tampoco descarto que Trump siembre la frontera de México de copias a gran escala del sombrero de Melania para que los inmigrantes no puedan llegar a EE.UU. Y milagrito sea que Trump no acabe compartiendo piso con Putin, Milei, Bolsonaro y Kim Jong-Un para sentirse querido y arropado. En fin, os aconsejo que practiquéis la meditación, sobre todo la profunda, la que más se parece a dejar de existir.
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