A mí es que se me junta todo. No es que uno no sea patriota. Aunque seguramente mi concepto de patriotismo escocería a los patriotas de banderita. No, no es eso. Es que no me explico por qué narices el Día Nacional se tiene que celebrar el 12 de octubre, coincidiendo con el antiguo día de la Hispanidad -más antiguo de "La Raza"- manoseado por el franquismo para exaltar la "unidad de la patria" y la "misión civilizadora de España" en América; con el día de la Virgen del Pilar, ¿Patrona? de la Guardia Civil, una rocambolesca asociación de cuestiones militares y de fé en un país supuestamente laico. ¿Por qué no se celebra el 6 de diciembre, el 2 de mayo, el 19 de marzo o el 23 de abril? (Estas fechas, espero, no requieren explicación para los patriotas de banderita. Y si no es así, ¡hala! a estudiar un poquito la historia de aquello que dicen amar). A lo mejor es que, como cantaba Paco Ibáñez, "la música militar nunca me supo levantar". A lo mejor es que preferiría gastarme el pastón que cuesta ver desfilar soldaditos uniformados, vehículos militares, armas diseñadas para matar, personajes varios a caballo, "unidades" caninas sacando la lengua, miembros de protección civil de la agrupación de Alpedrete y hasta un pelotón de cajeras del Mercadona, en cosillas culturales. A lo mejor es que soy un raro y no me motiva ver a un pelotón de señores con camisas dos tallas menos que la suya trotando a paso de "me estoy cagando" acompañados de una cabra. Y, por cierto, felicidades a todas las pilares y a los pilares y columnas que lo cortés no quita lo valiente.
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