lunes, 6 de octubre de 2025

Paraísos distópicos

La palabra “paraíso” proviene de la lengua que se hablaba en Persia en el 2000 a. C., y significa “jardín amurallado”. Curioso. Quizá por ello todos los paraísos están diseñados por quienes no están ahí, por la gente a la que no se permite entrar. Es, en definitiva, una utopía. Pero en los tiempos que vivimos las utopías se han esfumado y han sido sustituidas por distopías que refuerzan la idea de la exclusión, y se asemejan más bien a un paraíso fortificado donde sus guardianes trabajan a destajo para evitar que los demás accedan. Las derechas llevan tiempo imponiendo un supremacismo de supervivencia que lleva a la mayoría a abandonar la esperanza de un mundo mejor. Saben que el mundo está gravemente amenazado, pero no tan siquiera tratan de evitar el desenlace, ya que precisamente muchos de quienes promueven el modelo depredador de recursos y personas están comprometidos financiera e ideológicamente con el agravamiento de las amenazas. De ahí el suelo de Estados-isla, de fronteras amuralladas, de expulsiones de los que llegaron de fuera, de nacionalismos excluyentes, de búnkeres bajo tierra o -en su versión low cost- de viviendas pertrechados de alarmas, cámaras y cerraduras inteligentes. Cada cual protege el "paraíso" que se puede permitir. A tomar viento el paraíso como promesa, como algo que no solo es útil sino también hermoso, reivindicando la belleza y el deleite como elementos fundamentales para la vida. Ahora priman las islas, los castillos fortificados, los jardines vallados. Al carajo el paraíso  como utopía comunitaria. Viva el egoísmo rampante. La única utopía viva es conquistar la "tierra prometida' aunque haya que masacrar a los que en ella están.

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