sábado, 18 de octubre de 2025

Avortox

Poco a poco las derechas se van quitando la máscara y, a "pildorazos", nos van enseñando en qué quieren convertir España si llegan a gobernarla. Las diferentes sucursales de la derecha -cada vez es más dificil distinguir entre las propuestas del PP y VOX- lo tienen claro: tras amenazar con persecuciones racistas y deportaciones masivas, es el turno de las mujeres y sus derechos sexuales y reproductivos. Y llegarán más. Primero, Almeida pactando con VOX. Obligando a las mujeres que van a abortar a escuchar una sarta de tonterías y dogmas contrarios a la ciencia empaquetados y presentados como síntomas del ficticio e irreal “síndrome del posaborto”. Son maestros de la mentira. Luego Ayuso, a la que no le parece suficiente con hacer imposible abortar en la sanidad pública. Hasta ahora ha conseguido que en la Comunidad de Madrid el 99.6% de las interrupciones voluntarias de embarazo se tengan que realizar en clínicas privadas. ¡Viva el negocio! Con ello, además, las mujeres quedan indefensas frente a la exposición de grupos fundamentalistas católicos que acosan a las mujeres a las puertas de dichas clínicas. Se niega, además, a cumplir la ley y crear el registro de objetores de conciencia de la interrupción voluntaria del embarazo. Eso sí, gasta dinero público para darse un paseíto por En Texas, con el objetivo de "aprender" desde el terreno la más furibunda política antiabortista. No sé si ha apuntado que la mortalidad infantil aumentó allí un 12.9% tras impedir el aborto tras la quinta semana de gestación. Del mismo modo, la mortalidad de neonatos atribuibles a anomalías congénitas se incrementó un 22.9%. Pese a que se disfrazan de provida, las propuestas antiabortistas generan todo lo contrario. Nos encontramos ante una ofensiva integral contra la autonomía e independencia de las mujeres. Supone la materialización de su frustración por sus conquistas frente a la sociedad patriarcal. Es su manera de responder al mantra de que “el feminismo ha llegado demasiado lejos”. Y esto es, también, un ataque frontal al modelo de sociedad al que aspiramos los que creemos en la igualdad. Y vendrán otras castraciones de derechos.

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