domingo, 26 de octubre de 2025

Mentiras fascistas

Estupor. Consternación. Desconsuelo. A los que seguimos creyendo que la verdad es un valor positivo nos cuesta entender el porqué de tanta falsedad y tanta mentira. Me llevo las manos a la cabeza cuando escucho bulos, imposturas, como si el mundo se hubiera convertido en un chismorreo constante de gente infame. La información se ha convertido en una algarabía de taberna, en una conversación de patio de colegio, donde insultos y calumnias se suceden a golpe de titular. Trump alertando contra el paracetamol en embarazadas, las mentiras de Ayuso sobre la Covid o las de Mazón acerca de la Dana. Redes infestadas de noticias falsas, de imbéciles e ignorantes propagando bulos; medios de comunicación que manipulan, mienten y difaman con desparpajo, escupiendo injuria y desprecio. La ofensa, antes un exceso aislado, se ha convertido en norma, incluso en los parlamentos. Los gritos sustituyen el argumento, el escarnio ocupa el lugar del debate. Y las imágenes, propagadas como el fuego, nos producen un desánimo cada vez más profundo. Nada de esto es casual. Los que saben del tema hablan de expertos en imagen, comunicación digital y manipulación de datos que, a través de los medios, las redes sociales y la explotación de las emociones, moldean la opinión pública y reconfiguran el orden social. Estos "ingenieros" fabrican el desorden para canalizar mejor y en su propio beneficio la ira popular, desempeñando un papel decisivo en el ascenso de líderes populistas y el progresivo debilitamiento de las instituciones democráticas. Son cuervos oportunistas que se alimentan del desconcierto, la ignorancia y el miedo de ciudadanos que ven tambalearse su mundo, debilitado por la inoperancia de gobiernos que incumplen, una y otra vez, las promesas de un mundo más próspero y seguro. Muchos políticos se han convertido en bufones. Los defectos de los líderes populistas se convierten, a los ojos de sus votantes, en cualidades. Su inexperiencia es la "prueba" de que no pertenecen al círculo "corrupto" de las élites y su incompetencia es garantía de su autenticidad. El caos ya no es un accidente de la política, sino una estrategia. En una época de incertidumbre y cambios profundos, el desorden se instala y en estas aguas movedizas, el nuevo fascismo se muestra imbatible. Pero son como los cantos de sirena, esos seres marinos cuyo canto seductor ofuscaba la mente de los marineros y los llevaba al naufragio.

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