miércoles, 15 de octubre de 2025

Al "festolín" celebrado en Egipto para mayor gloria de Trump y como acto viral de desagravio por no haber recibido el Nobel de la Paz le han llamado "Cumbre de Paz" y ha sido presentado como un esfuerzo diplomático para resolver el "conflicto" palestino-israelí. Pero no es más que una farsa cuidadosamente orquestada que reduce la paz a una tregua interesada.

¿Qué plan de paz puede ser acordado por una organización terrorista como Hamás que no tiene en la salvaguarda de la vida de los gazatíes su principal objetivo? Hamás juega aquí el papel de "asesino" útil. Su radicalidad y su afán de controlar políticamente por la fuerza las "ruinas" de Gaza, acabarán dando la excusa para completar el Plan ahora pausado. Aunque, como "casus belli", Israel no necesitaría más que algún niño, si tiene aún fuerzas para ello, arrojase una piedra a uno de sus blindados.

¿Qué plan de paz puede ser acordado por un genocida como Netanyahu? ¿De verdad que alguien cree que este criminal de guerra ha cambiado un ápice su forma de pensar en apenas unos días? ¿Que ha aliviado, ni mínimamente, su depravación moral? ¿Que, en su perversa mente, ni una sola de sus víctimas han adquirido rostro y apelan ahora a su conciencia? Netanyahu comenzaba a tener un serio problema interno con los familiares de las víctimas y... ya no lo tiene. Comenzaba a sentir la presión internacional y, de nuevo, podrá esgrimir su viejo relato del derecho a defenderse y del "nosotros sólo aplicamos el método de acción-reacción" 

¿Qué plan de paz puede tener como muñidor a Jared Kushner, multimillonario yerno de Trump e ideólogo del actual plan para Gaza? Kushner fue el cerebro de los Acuerdos de Abraham cuyo objetivo era dividir a los países árabes y "conseguir la paz" pero sin incluir a Palestina. Ello después de legalizar la mayoría de los asentamientos ilegales israelís y crear un Estado palestino aún más reducido y totalmente rodeado por Israel. Vamos, un inmenso campo de concentración donde el futuro palestino es inviable. Un tipo cuya primera frase en las negociaciones fue "no me habléis de historia", pero que poco después, interpelado por los 67.000 muertos dijo: "Me siento orgulloso del Estado de Israel, que en lugar de imitar la barbarie del enemigo, ha optado por ser excepcional, ha optado por defender los valores en los que creen"

¿Qué plan de paz puede tener como principal avalista a un fulano que usa su inmenso poder para aprobar un decreto que le permita poder ducharse a gusto porque "quiere cuidar su precioso pelo"? ¿Qué catadura moral tiene un tipejo que después de chantajear a países "amigos" dice que "estos países lo están llamando para besarle el culo"? ¿Qué puede valer el aval de un tipo que pertenece a esa clase de sabandijas que campan por sus respetos como si la maldad les proporcionara prestigio y gloria. Capaz de causar, de forma deliberada, un daño económico sin precedentes a la práctica totalidad del planeta y maltratar a los más débiles (le da igual perseguir criminalmente a inmigrantes como abocar al hambre a cientos de miles de personas en países pobres). Un tipo que, a estas alturas, ya ha conseguido auparse a la categoría de los seres más abominables de la historia? Un necio endiosado, un patán sin formas ni maneras, un narcisista enfermizo que, a base de que todos "le besen el culo", está consiguiendo hacer de nuevo a América grande, grandísima. Grandísima hija de la gran...

El acto de la "firma de la paz", donde no estaba Netanyahu ni Hamás, fue un esperpento donde Trump, autoproclamado emperador del mundo, sin máscaras, sin eufemismos, sin ruborizarse, sin esconder su fascismo, les impuso a todos la ley del garrote. No recuerdo una humillación diplomática del calibre de la que le infringió gratuitamente al primer ministro británico, llamándolo de lejos como si fuera un perrito y despachándolo con un gesto de la mano antes de que pudiera alcanzar a saber qué quería de él.

Personalmente siento vergüenza de ver cómo muchos de los que nos deberían representar se arrodillan y le rinden pleitesía al sátrapa, mientras él reparte maltrato y humillación. Es la sumisión de los vasallos ante su señor y el total ninguneo de los siervos.

A Sharm el-Sheikh, no fue a hablar de paz, sino a recordarle a sus vasallos quién manda: «Sé que mucha gente no está de acuerdo conmigo, pero yo soy el único que cuenta" ¿Lo queréis más claro?

Fue un aquelarre disfrazado de audiencia real. Fue patético. Fue un desfile de personajes donde cada uno desempeña el papel que el nuevo emperador le adjudica: desde el presidente ¡de la FIFA!, Gianni Infantino (para cuándo un mundial de fútbol en Israel-Palestina), hasta la "guapa" (así se dirigió a ella el baboso) presidenta del Consejo de Ministros italiano, Giorgia Meloni, pasando por los representantes de los Emiratos, clave en el futuro que Donald Trump imagina para Gaza y la región, y a los que señaló con el dedo mientras murmuraba ante la cámara "unlimited cash", para después hacer un gesto de complicidad a su yerno. Porque, ahora sí, el negocio está ya asegurado y, además, lo financiarán los "pagafantas".

La gran desgracia de este mundo en este momento es que todo lo que vemos, todo lo que sucede, todo lo que tenemos, ansiamos y esperamos está hilvanado por el hilo del mercado. Todo se vende, todo tiene un precio, todo se compra. Todo.

¿Qué puede fallar en este plan de paz?.

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