sábado, 4 de octubre de 2025

Recua de chimpancés

 Desde que una recua de monos aulladores a medio alfabetizar se comenzaron a despiojar en los parlamentos españoles algunas cosas sólo van a peor. La democracia tiene estas cosas: los bienes más preciados de la sociedad pueden acabar en las pezuñas de "genios" de la mediocridad. Nada más ocupar sus poltronas iniciaron su campaña de cancelaciones de todo aquello que les parezca contrario a su decimonónica moral. Cada vez se parecen más a los talibanes. Estos guardianes de la moral de conferencia episcopal ya no pueden quemar la biblioteca de Alejandría, pero sí laminar a los curritos de la cultura. Los nuevos torquemada sólo defienden la libertad de expresión para sí mismos, para sus rebuznos, sus excesos verbales y sus floridos insultos. Para ellos la defensa de la cultura es cosa de rojos, vagos y maleantes defendiendo sus chiringuitos, blablablá... Nada que ver con el poso cultural que deja ver la tortura pública de un toro fumándote un buen puro desde el tendido 7. Y los melómanos de las marchas militares, procesionales y verbeneras, junto a los defensores del gintonic de Larios, patrimonio de la humanidad, hacen palma con las orejas. Qué desesperante tener que polemizar con gente incapaz de encontrar la salida en un Seat Panda. Te imaginas a Abascal leyendo el Marca con un diccionario Vox al lado y se te enternecen las carnes. No da para más. Por eso copia del húngaro Orbán su cruzada contra la cultura. Ya lo enseñó Platón: la estupidez y la maldad son la misma cosa, y unen mucho.

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