Sólo eres un engranaje

Hace ya tiempo que empiezas a sentir que algo no encaja. Que el mundo se ha vuelto hostil, que nadie te escucha, que todo está diseñado para que pierdas. Pero, a partir de ahí, te equivocas de plano. En tu desilusión crees que la ultraderecha es la que tiene respuestas. Ves que señala culpables -siempre a los mismos-, que grita lo que tú callas, que promete “orden” en medio del caos. Pero déjame decirte algo: te están utilizando. Te están convirtiendo en carne de cañón. En una rata de laboratorio para perfeccionar su régimen de explotación. Tú eres su víctima. Cada día recibes tu ración de alienación. En el trabajo que no te llena, en el salario que no alcanza, en esa casa que nunca alcanzarás, en la pantalla que te distrae. Te han enseñado, primero a desconfiar y después a odiar al pobre, al migrante, al diferente. Para mantenerte siempre enfadado e iracundo. Ahí es dónde te quieren. Tu felicidad, tu bienestar, les importan una mierda. Te han convencido de que el enemigo está abajo, cuando siempre ha estado arriba. En los consejos de administración, en los fondos de inversión, en las multinacionales que saquean recursos y vidas. En los algoritmos que moldean tu pensamiento sin que lo notes. Te dicen qué pensar, qué temer, qué desear, qué odiar. el algoritmo te espera. Te ofrece distracción, indignación, consumo. Te dice que el enemigo es el migrante, el pobre, la feminista, el progre, el homosexual..., mientras te empuja a compartir memes de odio. La ultraderecha no quiere liberarte. Sólo quiere canalizar tu rabia para proteger a los verdaderos amos del sistema. Te conviertes en lo que ellos necesitan: un cuerpo dócil, una mente distraída, una emoción manipulable, una personalidad egoísta. No eres libre. Eres un experimento. Un dato. Un engranaje. Y si no lo ves, seguirás siendo parte del problema. Y si los sigues apoyando te machacarán mientras se ríen de tí.