Que tu vida sea como un relato poético que combine infancia, recuerdos, presencias, ausencias superadas y todo el inventario de temas que nos salvan y reconfortan. Prefiere siempre la parte de la vida que te hable sobre la inocencia de la infancia inocente, el amor, la amistad desnuda, la esperanza, la reivindicación de lo humano, los agradecimientos, en fin, sobre el mundo interior que nos hace y nos ayuda cuando nos deshacemos. Que tú fortaleza te permita vivir entre dos aguas, ser capaz de desenmascarar lo trascendente de lo cotidiano y construir un paisaje que te aleje siempre de lo sombrío y lo lejano. Que tus momentos de melancolía estén siempre repletos de memoria y de evocaciones que te lleven a una serena invitación al optimismo y la alegría. Que sepas domar la soledad interior y cargarla de futuro en tu tarea de mejorar un mundo árido donde no todo son derrotas. Arrincona, en fin, los miedos y las sombras que alguna vez a todos nos habitan y degusta juntos a los que quieres la vida con su sabor agridulce.
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