Hasta hace poco, y por la inercia que imprimieron los ilustrados, muchos creímos que la luz de la razón iluminaría el porvenir y el progreso sería irreversible. ¡En toda la frente! Hoy vivimos tiempos oscuros, liderados por gentuza: patanes, sociópatas y genocidas, y el mundo se nos ha vuelto un desquiciadero de charlatanes, chamanes, tarambanas y vendedores de humo. Vemos al expresidente de Brasil pegándose un lingotazo homeopático en medio de una pandemia. Un cantante en declive nos aconseja beber lejía en vez de vacunarnos. En una emisora de radio, el presentador cede el micrófono a un julái, de profesión pelotero, que hoy escupe sobre la tumba de Ptolomeo y jura por todos sus muertos que la Tierra es plana, mañana dice que los aviones nos fumigan con no sé qué mierda. En la tele, una lunática con diploma de actriz que ha hundido la vida a un político baboso con cara de niño, da detalles de cómo la DANA de Valencia fue provocada por la OTAN. Una vez descartada la ciencia; creencias absurdas, supersticiones y religiones -si es que no son lo mismo- se frotan las manos. Hay sectas de gurúes, conversos y estafadores piramidales que prometen un cielo de lamborghinis y piscinas. Una devota llama "satanista" al "Perro". Un influencer con ínfulas apostólicas, que aspira a sentarse a la ultraderecha de Dios, recorre las universidades pastoreando rebaños cayetanos que lo vitorean como a un Mesías. Un exfutbolista acusado de violación se hace pastor pentecostalista y ya hay calles que tienen más tráfico de pasos de Semana Santa que de furgonetas de reparto. Hoy la prensa sitúa el nuevo álbum de Rosalía en los aledaños del christiancore. Es una mezcolanza entre el parloteo viral, los bulos negacionistas y un uso instrumental de la iconografía religiosa. Todos estos "integristas de sus creencias", de mente obtusa, acaban necesitando de inquisiciones, quizá por eso las bibliotecas estadounidenses purgan libros de Gabriel García Márquez. Hoy se premia al macarra fanático con verbo de visionario que predica el odio. Y de la luz de la razón, nada se sabe.
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