Estoy convencido de que la mayor parte de la gente cree en Dios porque es más fácil creer que pensar. Decía Einstein que la creencia se le hacía muy pequeña y el pensamiento muy grande. Cómo él, yo no creo en Dios, pero pienso en él. Bueno, en su idea. Comparto la noción de que no me atraen las creencias basadas en la fé porque no se puede discutir, y algo que no se puede discutir me parece castrador. Una persona que cree está aquí en la tierra, pero su creencia aquí se queda, por mucho que mire e implore a los cielos, pues todos sus ruegos son terrenales. Sin embargo, el pensamiento lo activas y se va al universo, al infinito; no te ata ni te pone barreras ni condiciones. Mi experiencia es que la gente que cree, asume y acepta, cree y espera. Sin embargo, la gente que piensa, piensa y actúa. La creencia se me hace muy ambigua. La gente solo cree cuando lo necesita. Mientras, vive. Y cuando vuelve a la creencia renuncia a su libertad, porque o Dios puede existir o la libertad, ambos no pueden existir juntos. Por mucho juego de trilero que nos hagan con la bolita del libre albedrío. Dios es omnisciente o no es Dios. Y si lo es, mueve los hilos y tú bailas; él mueve los hilos y tú lloras; él mueve los hilos, y empiezan los asesinatos, suicidios, guerras. Tú eres sólo un títere y él es el titiritero. Que no me vengan entonces con pecados o virtudes, con pecadores y santos. Nada es bueno y nada es malo, porque tú eres sólo un títere. Un títere no puede ser responsable de sus acciones. La responsabilidad sólo pertenece a alguien que tiene la libertad para actuar. Dios ha sido un gran consuelo para el miedo de la gente, para sus temores, para tomar conciencia de la muerte. Dios ha sido un gran consuelo, aunque sea una mentira. Las mentiras pueden consolarte, tienes que entenderlo. De hecho las mentiras son más dulces que la verdad.
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