jueves, 20 de noviembre de 2025

El fascista es feliz

 Ya cansa escuchar que el 19% de los jóvenes españoles simpatizan con el franquismo. ¿Por qué la prensa no resalta que el 81% no lo hacen? Porque, claro, su supina ignorancia puede hacer que muchos jóvenes crean que el 20% es la mayoría y se suban al carro. Ese 20% ha decidido, simplemente, ser feliz. ¿Feliz? Si, levantarse y no tener que pensar, sólo mirarse al espejo y verse patriota. Mirar la tele, ver como asesinan a miles y miles de personas en Gaza u otro lugar del mundo y no sentir el menor dolor ni reproche moral, ni remordimiento de conciencia de catecismo. Al contrario, pensar que eso está bien, que alguien tenía que pararle los pies a los "moros" que abrazaron el Islam sin pensar en las consecuencias. Dormir tranquilo, sin piedad por los niños reventados, ni por los ancianos indefensos, creer, simplemente, que no tienen derecho a la vida y que por fin se está haciendo justicia. Reír a carcajadas con los amigos viendo el último video que se burla de los necesitados, de los vulnerables, de los distintos. Pensar que el mundo de los demás no existe, que sólo existe el suyo, el que te afecta a ti, el que te rodea y el que puede depararte beneficios. Total, si cada cual tiene lo que se merece. Compartir la idea de que eso de la igualdad ha llegado demasiado lejos, que lo de la violencia machista no es para tanto y lo de la violencia de género es un invento woke para tener contentas a las feminazis y los "nenazas". Admirar a los chorizos, a los defraudadores. Anhelar no pagar impuestos y sentir como un acto heroico defraudar a Hacienda. Importarte una mierda el deterioro de la sanidad y la educación pública, las pensiones, las políticas de vivienda..., pensando que el Estado con su ambición desmesurada de intervenir en la economía, de asediarnos fiscalmente, sólo sirve para subsidiar a los inútiles, a los que han fracasado. No sentir la menor impresión cuando ves a personas tiradas por la calle entre cartones o durmiendo en portales. Al contrario, sentir alegría cuando se las llevan, da igual donde sea, porque piensas que es intolerable que los inútiles, los "desechables" ocupen la vía pública intentando amargarte la vida de "gente guapa" que llevas. No tener la más mínima preocupación por el cambio climático. Es más, negarlo, sin que te inquiete saber que ya mata a miles de personas, que hay cientos de especies que están a punto de extinguirse, que la superficie arbórea del planeta se reduce inexorablemente, que los incendios nos comen y las inundaciones nos ahogan. Bastante tienes con pensar en el nuevo modelo que saca BMW o el ultimo smartphone de alta gama que te quieres comprar. Olvidarte que los derechos que no se defienden se pierden y parecerte bien que los únicos derechos que se conserven son los que da la sangre, el dinero y el folclore. Aunque tú seas sólo un tonto útil. En fin, ser un fascista es ser feliz, no como nosotros, que hemos elegido el valle de lagrimas.

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