miércoles, 5 de noviembre de 2025

Pobreza educada

Más de cuatro millones de personas viven en España con menos de 644 euros al mes. Como no arman ruido, ni cortan carreteras, ni salen en las fotos, ni a las figuritas mediáticas o a los tertulianos de carnet les sirven para su guerra sucia ideológica, permanecen invisibles y han aprendido a ser pobres sin molestar. Lo que vende es difundir las mentiras e infamias de Mazón; dar "vox" a Santi y los suyos para que desgranen sus falsos discursos supremacistas y cargados de odio; atender a la última bufonada prevaricadora del juez Peinado; empachar al personal con las provocaciones fascistas de Vito Quiles; enseñarnos la bronca continua de la que viven muchos políticos mediocres e incapaces; hablar de las necedades de un fulano deshonesto y vengativo como el Emérito... Ahora la pobreza es educada, esa que compra lo mínimo y para el resto hace cola callada en los comedores sociales, se disculpa por existir; trae algunos tápers de casa de la abuela y procura esconder a sus hijos su precariedad. La pobreza actual ya no huele mal, no llama la atención. En Madrid, el 20% más rico gana cinco veces más que el 80% restante. Pero nadie se escandaliza de que su gobierno haga una política que favorece sistemáticamente a ese 20% mientras se opone a cualquier medida que mejore la vida de los menos pudientes. La desigualdad ya no escandaliza. Nos hemos acostumbrado a que haya quien no pueda calentar la casa, llenar la nevera o pagar el alquiler y cuando la indiferencia sustituye a la justicia, el sistema respira tranquilo: ha logrado domesticar la pobreza. Ha logrado que nos quedemos ciegos, incapaces de ver a esa cuidadora que trabaja por horas, ese inmigrante que trabaja diez horas diarias sin contrato por 400 euros, ese jubilado que empieza a temblar en noviembre. La pobreza de hoy es casi invisible. Crecemos, batimos récords, pero la desigualdad aumenta y niega el futuro. No basta con ayudas que apenas evitan la caída. Hay que tocar lo intocable: alquileres, sueldos, fiscalidad. Por mucho que a ese 20% le joda. Si aceptamos que cuatro millones vivan con 644 euros al mes, no somos un país decente: somos quien ha educado a sus pobres para no molestar. Y mientras, seguimos dando voz a los que nos prometen el oro (que nunca nos darán) y "echar al moro". Pero cuando se deshagan de los más pobres tú habrás bajado un escalón.

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