Lluvia... cielo gris... música lenta...
Se despiertan en el alma
las ganas de añorar,
de arrojar las tristezas al cielo,
ver cómo chocan los recuerdos contra el viento
y recoger en la lluvia
la realidad de otros tiempos.
Cuántas ganas de regar el campo de la esperanza
con esta lluvia callada,
para que crezca lozana,
sin miedo a la pena de ser torturada
por mentiras viejas.
Lluvia reveladora, lágrimas de vida,
tacto de esas cosas que se sienten,
que se dicen sin hablar.
La tristeza de una flor marchita,
el misterio de recordar lo que no fue,
la soledad del que llora,
la alegría del que da.
Ya no distingo mis lágrimas
de las gotas que resbalan por el cristal,
esas que me niegan las estrellas,
esas blancas gotas de melancolía
con su incorregible manía
de inundar mi soledad.
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